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jueves, 29 de marzo de 2012

LA CARRETA SIN BUEYES




Vivía en un caserío del antiguo San José, pueblo de carretas, gente sencilla y crédula y una bruja que estaba enamorada del más gallardo de los muchachos del pueblo.

El muchacho, por su gran apego a su fe cristiana, no quería tener nada con ella pero la bruja valiéndose de artificios, lo logró conquistar y así vivir con él mucho tiempo, conviertiéndolo en un ser similar a ella.

Como se puede notar nadie estaba de acuerdo con esta unión, mucho menos el cura del pueblo el cual en sus prédicas denunciaba el hecho. Al pasar de los años aquel muchacho, ya mayor, tuvo una enfermedad incurable y pidió a la bruja que si se moría, le dieran los santos oficios en el templo del lugar.

Al solicitarle al sacerdote la última petición de su amado, la bruja recibió la negativa debido al pecado arrastrado en su vida.

La bruja dijo "por las buenas o por las malas", y, al morir su hombre, "enyugó" los bueyes a la carreta y puso la caja con el cuerpo muerto, cogió su escoba, su machete y se encaminó al templo.

Los bueyes iban con gran rapidez pero al llegar a la puerta, el sacerdote les dijo "en el nombre de Dios paren". Los animales hicieron caso, mas no la bruja, la cual blasfemaba contra lo sagrado.

El sacerdote perdonó a los bueyes por haber hecho caso, y la bruja, la carreta y el muerto todavía vagan por el mundo, y algunas noches se oyen las ruedas de la carreta pasando por las calles de los pueblos arrastrada por la mano peluda del mismo diablo.

EL JINETE SIN CABEZA

                             

 





















Se dice que en un pueblo muy aislado de toda civilización se contaba la historia de un jinete que acostumbraba a hacer su recorrido por las noches en un caballo muy hermoso, la gente muy extrañada se preguntaba ¿que hombre tan raro por que hace eso?, ya que no era muy usual que alguien saliera y menos por las noches, a hacer esos recorridos.

En una noche muy oscura y con fuertes relámpagos desapareció del lugar, sin dar señas de su desaparición. Pasaron los años y la gente ya se había olvidado de esa persona, y fue en una noche igual a la que desaparecio, que se escuchó nuevamente la cabalgata de aquel caballo. Por la curiosidad muchas personas se asomaron, y vieron un jinete cabalgar por las calles, fue cuando un relámpago cayó e iluminó al jinete y lo que vieron fue que ese jinete no tenia cabeza. La gente horrorizada se metió a sus casas y no se explicaban lo que habían visto...

lunes, 26 de marzo de 2012

LEYENDA " LA SUCIA"

Dicen que cierta noche un joven de un pueblo de Santa Bárbara salió de su casa a visitar una muchacha que le gustaba, la verdad es que él estaba muy enamorado.
 Se quedó con la muchacha hasta pasadas de las 9:00 pm. Cuando regresaba a su casa, al cruzar por una quebrada (riachuelo) vio a una joven lavando su ropa por lo que debido a que era de noche y que no había nadie más alrededor trató de seducirla sin que la muchacha le correspondiera y manteniéndolo ignorado sin darle la cara.
Él, abusivo y al sentir el desprecio de la joven, trató de abusar de ella, sujetándola con fuerza y trató de apartar la enorme cabellera que le cubría el rostro de la mujer sin resultado alguno. La mujer se soltó de él y apenas alcanzó a escuchar un ligero sollozo de ésta, pero el hombre no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de seducirla.
Se disculpó por el forcejeo y le dijo que lo único que quería era un beso por lo que la mujer asintió con la cabeza y él se acercó a ella, apartando su pelo para dejar al descubierto su rostro y poderlo besar. Haciendo esto se escuchó el mayor alarido que garganta humana puede escuchar y el hombre salió corriendo volviéndose loco en el acto, y lo único que exclamaba era que había visto una mujer con cara de monstruo y con un aliento pestilente. Hoy en día se dice que esta mujer se le aparece a los hombres mujeriegos en sitios solitarios de su camino y es muy conocida como La sucia por su costumbre de aparecerse lavando ropa sucia

LEYENDA "EL DUENDE DE NANZAL"

 



Por: Hector A. Castillo.
Muchos, igual que yo, juran haberlo visto: un hombrecito, orejón y barrigón que lleva la cabeza siempre cubierta por un gran sombrero aludo mucho más grande que él en circunferencia. Tenia su residencia en una cueva en las profundidades de una enorme roca en una de las lomas del cerro Capiro, en las orillas de Trujillo. Por eso los trujillanos, con razón, han bautizado aquel peñasco como La Piedra del Duende. Unos compañeros de escuela atestiguaban su existencia y temerosos del que se suponía un ser infernal, se mantenian alejados de los árboles de nance cercanos a la roca, de lo que para nosotros los adolescentes, era una fruta codiciada: los nances. Lo extraño es que a pesar de que corrían de boca en boca, tantos rumores de las apariciones del duende aquel, entre estos no había tan solo uno que dijera que el gnomo le había causado daño a nadie. La gente decía que era porque aquel era un gnomo bueno; si hubiera sido de los malos, decían los trujillanos, se habrían dado cuenta hace mucho tiempo porque, simplemente, tuvieran que haber sufrido la desaparición misteriosa de algunos de sus niños. Los duendes y los gitanos, según la leyenda, tienen predilección por los niños. Recuerdo las muchas veces que mi madre usando el pretexto del duende, logró hacernos desistir, a mi hermano y a mi, de que nos fuéramos a vagar a buscar nances a los potreros de la Piedra del Duende. Temerosos de ser secuestrados por vagos y desobedientes, por este, nos autoconfinabamos a las inmediaciones de nuestro hogar en donde le gustaba a mi preocupada madre tenernos. Con la imagen del duende en mi mente, le había cogido terror a Paco, un enano que vivía en el barrio de Rio Negro. Cuando iba a ese barrio a visitar a mi tía Aurora, solía deslizarme a la casa vecina de Manuel Zepeda, a deleitarme con los ensayos de la marimba titulada Azul y Blanco, de la que era aquel su dueño y director. Completamente absorto en la actividad de los músicos ejecutando sus instrumentos, no me daba cuenta cuando Paco, que aparecía de a saber donde, conciente de que me mantenia aterrorizado, se venia por detrás de mi y acompañando con un estridente ruido que hacia al tronar la lengua con el cielo de la boca, me daba con los dedos indices, un hurgón simultáneo en los costados. Aquello bastaba para que saliera yo en desbandada, llevandome de encuentro todo lo que habia por delante. Estando tan joven, no estaba seguro de si era odio o temor, o ambos lo que le tenia a aquel infeliz enano; el caso es que lo detestaba porque veía en él un duende malo; asociaba yo a Paco con y muchas veces sospeché que era él, el duende de la piedra. En aquellos días de mi niñez inquieta, lejos estaba yo de sospechar que muy luego me tocaría mi turno de encontrarme con el famoso duende de la piedra. Aquel día un grupo de compañeros, desafiantes habíamos decidido ir a recoger nances a la salida de la escuela, en los terrenos de la Piedra del Duende. Por una extraña coincidencia, era en esa zona en donde estaban los árboles de los nances más grandes y más dulces. Sacandolos del bolsón con que acostumbrábamos asistir a clases, nos metíamos los cuadernos y los libros entre la faja del pantalón y la barriga, para así poder usar los bolsones para los nances que eran el objetivo de nuestras travesuras. Siendo la hora como las cuatro de la tarde, estaba en su comienzo el acostumbrado coqueteo vespertino de los colores del crepúsculo tropical, con las ramas de los árboles que anticipando el misterio de la oscuridad que se aproxima- ba, parecian adelantarse a tomar formas caprichosas. Con la noche avanzando a pasos agigantados, teníamos que apurarnos para que no nos fuera esta a sorprender, y para evitar tener que contrastar con las horas del duende. Según los rumores, las horas preferidas de este eran la caída de la tarde, al anochecer. Estaba en medio de lo que, para nosotros los muchachos, era parte de la rutina nancera, que consistía en encaramarnos a los árboles para sacudir las ramas, cuando de repente desgarró el tímpano de mis oídos, un silbido espantoso. Un aterrador silbido que no podía proceder de ningún otro lugar más que de los labios del infernal duende. Se decía que los inconfundibles sonidos del duende eran su estruendoso silbido, acom pañado del monótono diptongo que los campesinos usan para arrear ganado. Desde la ventajosa posición que me ofrecía la altura de la rama en que me encontraba, podía mi vista abarcar más espacio que mis compañeros que estaban abajo recogiendo los nances. Recuerdo que al segundo silbido, volví mis aterrados ojos hacia la dirección desde donde este procedía, y fue entonces cuando lo vi. ¡Allí estaba! ¡Alli estaba el mismito duende! Venia trepando la loma dirigiendose a donde estábamos nosotros. Lo primero y lo último que le vi, fue el gran sombrero. Sin darme cuenta, me aventé de la rama aquella y hasta el día de hoy no me he podido explicar, como fue que no me reventé la vida. Emprendí una carrera desesperada dejando a mis compañeros atrás. Al oirme gritar: ¡el duende!, todos se espantaron y comenzaron a seguirme en mi desenfrenada carrera. Recuerdo que en el camino quedaba una cerca de alambre de peligrosas púas, que hasta el día de hoy, no me puedo imaginar ni como ni cuando la crucé. Fue aquella la última vez que fui a buscar nances a los terrenos de La Piedra del Duende. Jamás volví por aquellos lados. Para mi los nances de aquel maldito lugar habian quedado vedados de por vida.

lunes, 12 de marzo de 2012

LEYENDA LA LLORONA

                            

                 

Existen innumerables relatos a través del mundo, sobre La leyenda de la Llorona, muchos países como México, Paraguay, Venezuela, Chile, narran historias acerca de “La Llorona” y Perú no es la excepción.
Todos coinciden, en que “La LLorona”, es una mujer joven, de contextura delgada, que asesino a su hijos, por un desengaño amoroso, obviamente las razones y las circunstancias son propias de cada país, pero hay que admitir que el caso peruano se presenta a la fecha, en distintas calles del Centro de la capital, dónde escuchar a “La LLorona”, es común, es tormentoso, lo que origina que miles de familias viven aterrorizadas y en algunos casos, ya se hayan acostumbrado a ella.

Cuenta la leyenda, que “La LLorona”, se llamaba alguna vez, Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, está señorita, era hija de un gran hacendado Limeño, este hacendado Limeño, era muy poderoso, y rico, por ello, le brindaba los mayores lujos, a su hija Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, la misma que después recibiría el nombre de “La LLorona”, pero esta era más bien una muchacha muy sencilla y hermosa, cándida al extremo, llena de amor y alegría que iluminaba la vida del gran Hacendado.

Aquella muchacha de mirar candoroso y lleno de ternura, al transcurrir del tiempo conoce y se enamora de un joven que por esos tiempos conoció, el mismo que desde la primera vez que se conocieron le juro amor eterno.

No transcurrió mas de 1 año, en que Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, conociera a este muchacho y de forma intempestiva, fallece su padre producto de un paro cardíaco fulminante.

Ella se encontraba muy enamorada de él muchacho, por ello accedió, a que él la ayudará con los menesteres de los grandes Negocios que manejaba su padre. Los años, iban pasando, los negocios prosperaban, y cada día el muchacho que hasta ese entonces era el novio de Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, no daba signos de formalizar su situación con ella, a pesar que ella le había dado 3 hijos, por el contrario, cambio su trato, era parco, malcriado y no demostraba ningún respeto por Carla.

EL CADEJO

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                                                                El CadejoLa leyenda dice que tras observar todos los males que aquejaban al pueblo, Dios decidió crear una figura que atemorizara al ser humano, pero con el fin de protegerle. De allí surgió un ser con morfología de perro, con ojos rojos y de color blanco como las nubes, que se encargaría de protegerle. El demonio, enojado por la acción del Padre, formó una copia idéntica pero de color negro, que provoca pavor en aquel que lo observa.

Existen por tanto dos cadejos, el blanco y el negro, el primero representa la bondad y a quien se lo encuentre lo cuida. El negro, por el contrario, de ser molestado atacará a quien lo perturbe. Incluso el cadejo blanco eventualmente defiende a quien resguarda al encontrar el cadejo negro en su camino, trabándose entre los dos una fiera lucha.

De este animal se cuenta mucho. El Cadejo se le aparecía a los viajeros nocturnos, algunas veces acostumbraba a acompañar a los hombres, pero solo a los solteros. Así como defendía a su acompañante, le molestaba que éste no hiciera su voluntad, y cuando se enojaba era muy peligroso porque se convertía en un animal de inmenso tamaño.

Cuentan algunas personas que el Cadejo se alimenta de sangre de otros animales, muchos narran que en ocasiones se atravesaba en la calle y no dejaba pasar a su acompañante, si este se resistía se agrandaba y se le tenía que obedecer, al día siguiente corría el rumor que más adelante había un asalto o estaba la Guardia golpeando a todo el que pasaba.

El Cadejo en su mayoría no ha sido visto como susto, sino como un ser nocturno y de propiedades sobrenaturales, los que lo vieron dicen que era del tamaño de un cachorro, nariz puntuda y al caminar provoca un sonido como el que producen los casquitos de una cabra. Cuando se siente lejos es que está cerca, quizá junto a uno y si se siente cerca es que está lejos.

A menudo el Cadejo luchaba con otros espíritus, inclusive hasta con hombres para defender a su acompañante, muchos quisieron alguna vez tocarlo pero nadie ha dicho haber podido hacerlo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

¿QUE ES UNA LEYENDA?


                                          
                                               
Una leyenda es un relato de hechos humanos que se transmite de generación en generación y que se percibe tanto por el emisor como por el receptor, como parte de la historia. La leyenda posee cualidades que le dan cierta credibilidad, pero al ser transmitidas de boca en boca, se va modificando y mezclando con historias fantásticas. Parte de una leyenda es que es contada con la intención de hacer creer que es un acontecimiento verdadero, pero, en realidad, una leyenda se compone de hechos tradicionales y no históricos.
El término “leyenda” proviene del latín legenda, que significa “lo que debe ser oído”. Originalmente, era una narración escrita que era leída en público en las celebraciones de las festividades de los santos. Desde el siglo XIX, la leyenda es considerada como un sinónimo de la llamada tradición popular. Como parte del género literario, la leyenda se considera como una narración de carácter ficticio con origen oral.
Una leyenda tiene como característica fundamental, que es de carácter oral, es decir, es un relato hablado que se transmite tradicionalmente en un lugar, un pueblo, una población. También se destaca en una leyenda, que señala en su historia lugares precisos, que son parte de la realidad. Además, se relaciona con hechos, lugares, monumentos, personas o comunidades. Los hechos relatados en una leyenda normal, son transformados con el correr de los años, a menos que las leyendas sean escritas, ya que no cuentan con esa característica. Algunas leyendas comienzan y continúan siendo de carácter oral, mientras que otras tienen el mismo origen pero posteriormente pasan a ser escritas.
Aunque la leyenda tiene historias maravillosas y ficticias, normalmente se basan en la realidad, ya sea de una persona, de un lugar, de un fenómeno natural, etc. Así, se pueden contar leyendas de héroes, de la historia, de santos, etc., dándole a la leyenda la posibilidad de ser religiosa, profana, popular o erudita. Es esto lo que la diferencia del mito, del cual es pariente, ya que el mito es esencialmente un relato de hechos maravillosos, con personajes sobrenaturales y que trata de explicar el origen de las cosas, responder preguntas relacionadas con la creación o el fin del mundo, etc. La leyenda, en lugar de explicar algo sobrenatural, trata de dar a conocer, de manera llamativa, las características de un pueblo, región, etc. Es esa cercanía con la cultura de un lugar determinado, lo que hace a la leyenda parte del folclore.
Hay muchas leyendas que son específicas de algún país, ciudad, región o pueblo, pero hay otras muchas que son compartidas por todo el mundo, sí con un origen específico, pero debido a la globalización, se han vuelto más populares. Es el caso de leyendas como la isla de Atlántida, la ciudad de El Dorado, Robin Hood, el Rey Arturo, la Piedra Filosofal, Beowulf, entre otras. Muchas leyendas han sido la causa de hallazgos por parte de arqueólogos, de culturas que por mucho tiempo fueron consideradas solo una leyenda. Es el caso de Troya y su famosa guerra, Pompeya y su gran destrucción, entre otras.